Mucha banderita en los autos y en los frentes de las casas. Mucho
amarillo y ocre que otoñan la mirada. Mucha ruidosa sonrisa de niño en las
calles y las plazas. Mucho padre equibrando bicicleta de primera rodada. Algún
sol que se anima, pero las nubes le siguen copando la parada. Algún gusto a
locro, también, que dilata saboreada. Mucha
siesta, y algún mate que va saliendo, con alguna charla esperada.
Entre tanta otras cosas, lo Que Pasa en San Isidro, nos
salió rimada.